Efectos Secundarios
31 de Octubre de 2018 / Campus de UBP, Av. Donato Álvarez 380, Argüello, Córdoba.

FUNDAMENTACIÓN

"Hambre Cero: un camino hacia el fin del hambre"

Actualmente hay en el mundo 800 millones de personas que padecen de hambre extremo y mal nutrición, y la gran mayoría de ellos son ciudadanos de países en vías de desarrollo. Este panorama tan devastador se traduce en un enorme obstáculo para el desarrollo sostenible, y constituyen una trampa, de la que no es fácil escapar.

Las secuelas que dejan el hambre y la mal nutrición, repercuten en el desarrollo del hombre, e incluso dejan huellas en su ADN. Daño que se transmite de padres a hijos y que persiste, aún luego de varias generaciones repercutiendo en el sistema inmunológico -el cual se ve debilitado dejándolo expuesto ante enfermedades comunes- y un cerebro débil con impedimentos para un correcto desarrollo conductual y cognitivo en la primera infancia.

Si un niño/a no está bien alimentado durante este tiempo, puede tener un efecto profundo en su salud, así como en su habilidad para aprender, comunicarse, pensar analíticamente, sociabilizar efectivamente y adaptarse a nuevos ambientes y personas.

Ahora bien, si se tiene en cuenta que en el mundo se producen alimentos suficientes para satisfacer las necesidades de todos los pobladores del planeta Tierra -se podría concluir que esta falta de alimentos es producto no sólo de la pobreza y la desigualdad- sino fundamentalmente de errores en el orden de prioridades.

Se estima que para alimentar a los 795 millones de personas que actualmente pasan hambre, y a los 2000 millones de personas que se calculan estarán en esa situación en 2050, es preciso hacer cambios en el sistema agroalimentario mundial.

Por ese motivo, Jefes de Estado, dirigentes gubernamentales, representantes de alto rango de las Naciones Unidas y entidades de la sociedad civil se reunieron en septiembre de 2015 en Nueva York durante la 70ª Asamblea General de la ONU, la cual está facultada para hacer recomendaciones a los Estados sobre las cuestiones internacionales de su competencia, y establecer medidas de carácter; político, económico, humanitario, social y jurídico que afectan la vida de millones de personas de todo el mundo.

En aquella oportunidad, se constituyó una agenda ambiciosa y universal para el desarrollo sostenible (ODS) “de las personas, por las personas y para las personas”, elaborada con la participación de la UNESCO.

En concreto se estipularon 17 objetivos de cara al año 2030, y uno de ellos el número dos es “Hambre Cero”; temática elegida para la edición N°14 de “Efectos Secundarios”, teniendo en cuenta la activa participación de la Cátedra UNESCO en Seguridad Humana y Desarrollo Regional de la UBP, en la III Cumbre Mundial (https://cumbrehambrecero.com/es/) sobre seguridad y soberanía alimentaria, desarrollada en abril de 2018 en la ciudad de Cuenca, Ecuador.

Creemos que el espacio de intercambio y reflexión que “Efectos Secundarios” genera, es una herramienta muy poderosa para sensibilizar y generar conciencia. Por ese motivo, invitamos a alumnos y docentes de nivel medio a seguir sumando esfuerzos para la concreción de estos objetivos participando de “Efectos Secundarios”, que tendrá una doble modalidad:

  • Concurso de relatos breves y cuentos.
  • Concurso de historietas.

A continuación, ofrecemos un desglose de las temáticas que pueden servir para disparador de los trabajos expuestos dentro del objetivo N° 2 de la agenda de Naciones Unidas: “Hambre Cero”.

  • Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible.
  • Poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año.
  • Poner fin a todas las formas de malnutrición, y abordar las necesidades de nutrición de las adolescentes, mujeres embarazadas, lactantes y adultos mayores.
  • Duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala, respetando el medio ambiente y la biodiversidad de cada región.
  • Asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y la producción, contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres, y mejoren progresivamente la calidad del suelo y la tierra.
  • Mantener la diversidad genética de las semillas, las plantas cultivadas y los animales de granja y domesticados y sus especies silvestres conexas, entre otras cosas mediante una buena gestión y diversificación de los bancos de semillas y plantas a nivel nacional, regional, e internacional, y garantizar el acceso a los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos y los conocimientos tradicionales y su distribución justa y equitativa, como se ha convenido internacionalmente.
  • Aumentar las inversiones, incluso mediante una mayor cooperación internacional, en la infraestructura rural, la investigación agrícola y los servicios de extensión, el desarrollo tecnológico y los bancos de genes de plantas y ganado a fin de mejorar la capacidad de producción agrícola en los países en desarrollo, en particular en los países menos adelantados.
  • Corregir y prevenir las restricciones y distorsiones comerciales en los mercados agropecuarios mundiales.
  • Adoptar medidas para asegurar el buen funcionamiento de los mercados de productos básicos alimentarios y sus derivados a fin de ayudar a limitar la extrema volatilidad de los precios de los alimentos.